martes, 16 de junio de 2015

Crónica: “Porgy & Bess” Cape Town Opera. Teatro Real, Sábado 12 Junio 2015.



Crónica: “Porgy & Bess” Cape Town Opera. Teatro Real, 12 Junio 2015.

La segunda de las nueve representaciones con las que la “Cape Town Opera” presentó su versión de “Porgy and Bess” no pudo acabar con mejores sensaciones. La compañía sudafricana siguió dejando el listón muy alto con un libreto, que por su aceptación popular –obviando rupturas y tabúes socio-culturales- desde prácticamente su estreno hace exactamente ochenta años supone un reto para cualquier conjunto que se propone afrontarla en su integridad.

Porgy. Sufridor irredento. La gran ovación de la noche.

Esta atractiva e inmortal historia de poliédricos ángulos, tan anclada en la idiosincrasia norteamericana, sigue tristemente representada en más calles yanquis de las que a priori pudiera parecer. Hay cuentos que se repiten década tras década y este, por desgracia sigue, y tristemente seguirá estando en boga. La peculiaridad y el punto de distinción de la versión ofrecida por la “Cape” reside en el transporte de la historia desde el ghetto de Charleston a los de actual Ciudad del Cabo. Aunque los personajes se mantienen respetuosamente intactos se les ha dotado de una credibilidad y realismo que a día de hoy no tendrían que envidiar a los recreados por el gran DuBose Heyward, y –a buen seguro- por los cuales, el mismo autor se habría sentido magnetizado.

Sportin´ life. Nuestro camello favorito.

“Summertime”, esa nana más grande que la vida que supuso el enganche al éxito universal de la ópera, abrió sin ningún tipo de overtura la obra, recreando un ambiente conmovedor, que sumado al escenario de el Real no hizo más que amplificar su belleza. También maravillas como “Gone” o la más coral “It ain´t necessarily so” se vieron relucientes y conmovedoras a la manera que los más exigentes Armstrong, Davies o Holiday, prominentes versionadores del catálogo George/Ira Gershwin, les hubiera gustado saborearlas. Una joya que ya tardaba en volverse a representar en la capital de la mano de un reparto inconmensurable que interpretaba hasta con las pestañas.

Suburbios, pescadores y partidas de dados.

Referencia especial a Orquesta titular del Teatro Real, afrontando de manera sobresaliente unos pasajes orquestales –banjo incluido- que nos llevaron al séptimo cielo de la música contemporánea. Vale, aun algunos rezan que poco tiene que ver lo que se pretendía en las partituras originales –a pesar de los muy marcados diálogos en “gullah”- con lo que finalmente quedó reflejado. Es cierto, y a veces, dejándonos llevar por nuestro negro y afro-americano subconsciente desde nuestro interior luchamos por escuchar esas increíbles canciones de la manera más bluesy o góspel posible en contraposición a esas constantes referencias melódicas a A. Berg o Rubinstein en su musicalización, pero ¡qué demonios! ¿Acaso esos adorados Charles Mingus o Nina Simone no hubieran salivado por interpretar sus scores en el foso?

Bess. Proxenetismo, mono y demás lindeces.
En definitiva, altamente recomendable el pasarse por las taquillas del Teatro Real durante el siguiente mes, pues aun quedan siete representaciones hasta el próximo 10 de Julio.

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